De arena dorada fina, está rodeada de acantilados suaves y de bosques, con rocas talladas que parecen emerger de la arena como siluetas intencionadas, siendo la más llamativa y emblemática la Peña del Caballar, una estatua natural en el centro de la playa.
Las aguas de calidad de esta playa, su arena de tacto suave y sus servicios playeros le dan un prestigioso estatus; distinguida desde la década de lo 80 con la Bandera Azul de la Comunidad Europea, puede presumir de ser una de las primeras en obtener esta distinción y de mantenerla constante durante dos décadas. Entre sus servicios destaca también una de las áreas recreativas más representativas de la costa asturiana, pues su ubicación en contacto con la naturaleza y a pie de playa, la convierten en un lugar único para el ocio, con un alto nivel de equipamientos y una variada oferta hostelera.
Resulta ideal para la práctica de deportes acuáticos como el buceo, el surf e incluso para el fondeo de embarcaciones de recreo, ya que se trata de una playa muy resguardada. Además de bañistas, suele acoger a los pescadores de caña, que en cualquier estación se acercan a ella en busca de Lubinas, Sargos, Chopas, Rodaballos, Lisas, Julias o Mirlotos.
En verano es muy fecuentada dados sus buenos accesos, bien desde la villa de Muros o bien desde El Pitu (Cudillero); a pesar de lo cual la zona oeste siempre es tranquila y solitaria y en ella es habitual la práctica del nudismo.
La playa de Aguilar también cuenta con una leyenda ancestral, pues a la vera de la misma, en el popular monte Castiellu, en una de sus cuevas habita un hada asturiana, una Xana para más señas, de las más citadas por la mitología astur. La xana en cuestión está encantada. La encantaron sus padres por cometer una falta muy grave. Y sólo puede romperse el encantamiento si un caballero valiente la baja en brazos desde su cueva a la playa, sin detenerse en el camino y sin dejarla caer al suelo. El caballero que esto hiciera conseguiría muchas riquezas y la Xana le regalaría un tesoro guardado en una piel de buey pinto. De momento nadie ha podido romper el encantamiento.
Y es que los encantos proliferan en este tramo de costa por doquier, no sólo en los mundanos baños de sol y de mar, ni en la xana que vigila a los bañistas, sino también en la conocida Senda de los Miradores: uno de los paseos más bellos que se pueden realizar en el Cantábrico. Sin prisa pero sin pausa, así es como hay que afrontar esta ruta de unos 5 kilómetros si se quiere apreciar el espectacular paisaje que nos ofrece. Echamos andar en la playa misma, comunicada con la playa anexa de Xilo a través de una larga escalinata. A partir de aquí el visitante puede disfrutar de diferentes áreas de descanso y miradores como el de Los Glayos, el Miradoiro, el alto Las Llanas, etc. A lo largo del trayecto, de firme encachado de piedra, encontramos diversas fuentes en las que abastecernos de agua potable, puentes que permiten atravesar pequeños arroyos, acantilados de impresión como el de la Cazonera, así como un bosque frondoso, el de Reborio. La ruta desemboca en la ermita del Espíritu Santo donde se encuentra otro excelente mirador, de ahí, con sólo descender unos cuatrocientos escalones, llegamos a San Esteban de Pravia, en la desembocadura del río Nalón.
Información de interés:
La playa de Aguilar tiene acceso rodado por la carretera AS-317, que comunica Muros de Nalón con Cudillero, y cuenta con zona de aparcamiento.
A los arenales adyacentes de Campufríu y Veneiru se llega por la misma carretera; ambos disponen igualmente de áreas de estacionamiento.
Desde Muros del Nalón existe una línea de autobús que cubre los 2 kilómetros de trayecto que distan hasta las playas.
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com