Corría el año 1907 cuando San Esteban, esta privilegiada villa de la comarca del Bajó Nalón, se convirtió en el primer puerto carbonero de España. Hoy en día las centenarias instalaciones para el embarque de mineral son parte esencial de la geografía del pueblo. Inusuales cargaderos y grúas de carga permanecen en su puesto para dar cumplida cuenta de la historia local y conceder cierta nostalgia a los muelles.
Un puerto carbonero
Desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, en San Esteban embarcaba el carbón que llegaba por ferrocarril de todas las cuencas carboníferas asturianas. Aquí finalizaba la vía férrea promovida por la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturiana, conocida popularmente como «El Vasco», que servía para transportar el mineral extraído en las minas de Quirós, Tineo, Teverga, Cangas del Narcea, Riosa, Aller y Mieres. En sus muelles, los cargueros se llenaban de toneladas de carbón con destino a los Altos Hornos de Vizcaya. El remolcador conocido popularmente como «El Vaporín», es uno de los vestigios de aquella época. Restaurado y a resguardo en las últimas décadas en Avilés y Gijón, suele dejarse ver por San Esteban. Fue construido en los mismos astilleros que el Titanic en el año 1902 y prestó sus servicios en el Nalón hasta los años 60. En el presente es un pequeño buque que destila romanticismo; el más antiguo del Cantábrico en condiciones de navegar.
El tráfico de carbón forjó una localidad que no llegaría a ser ciudad por carecer de espacio. Sus propias limitaciones y los ciclos carboneros restringieron el crecimiento del puerto, dejándolo en una posición secundaria hasta su definitivo declive en los años setenta del siglo XX. Pero el semblante labrado tras el trajín de sus muelles es difícil de borrar. Hacen falta muchos barcos carboneros y miles de fletes a Portsmouth y Bilbao para adquirir carácter. El puerto en su conjunto está declarado de interés histórico-industrial y a cada paso que damos para recorrerlo nos asaltan las imágenes de su antiguo esplendor.
Una villa naútica
Podemos caminar hasta la bocana de la ría, descubrir las nuevas instalaciones para el ocio marítimo y admirar la peculiar fisonomía de una villa que, engolfada en la pequeña ensenada que forma la ría, vive protegida de los embates de la mar que se suceden al otro lado de la barra. El pueblo cuenta con club náutico propio y las características tan especiales de la costa en este punto hacen de San Esteban de Pravia un lugar idóneo para el remo, la vela, la pesca recreativa y profesional. En la ría del Nalón las lanchas hermanan las dos orillas -San Esteban y San Juan de La Arena, en el vecino municipio de Soto del Barco. Es ésta una de las zonas más privilegiadas para la pesca de la angula durante el invierno. Agua turbia, noches oscuras y mareas grandes facilitan su entrada. En estas condiciones también aumenta la captura de lubina, pues esta especie voraz entra a puerto persiguiendo las bolas de angula.
Mariscos y pescados son seña de identidad aquí, en especial el pixín (rape) que en fechas de Semana Santa se convierte en protagonista de unas jornadas gastronómicas de alta participación. En la localidad hay un amplio recetario para este pescado: alangostado, en salpicones, con fabas y setas, a la cazuela, en sopa, como relleno de repollo, en patatas rellenas, en croquetas o frito. Las fiestas de El Carmen, a mediados de julio, sirve para rendir tributo a los hombres de la mar, con misa marinera en honor a la patrona y procesión marítima para bendecir las aguas y ofrecer una corona de laurel en recuerdo de los marineros fallecidos.
Qué ver en San Esteban de Pravia
Otro de los atractivos para el visitante es la espectacular ruta de los miradores. Podemos iniciar la ruta en el Mirador del Espíritu Santo, en San Esteban, y culminarla en la Playa de Aguilar (Muros del Nalón). Una senda sin desnivel apreciable que discurre por la este bello litoral y que suma unos 9 kilómetros entre ida y vuelta. Una belleza que encandiló al legendario poeta Ruben Darío. El Premio Nobel disfrutó varios veranos en esta villa.
La comarca del Bajo Nalón en su conjunto bien merece una visita al albergar multitud de atractivos paisajísticos y patrimoniales. Comprende los municipios de Pravia, Soto del Barco, Muros del Nalón y Cudillero. Con una superficie de 250,73 kilómetros cuadrados, el territorio está marcado por la presencia del río Nalón y el inicio de la costa occidental asturiana. Su patrimonio prerrománico es muy destacado, no en vano el Rey Silo trasladó la corte asturiana de Cangas de Onís al concejo de Pravia en el siglo VIII después de Cristo. La zona también soportó una alta romanización debido a las explotaciones mineras del oro.
La facilidad en las comunicaciones le permitirán llegar a esta comarca en tan sólo 30 minutos desde Oviedo o Gijón, en 15 minutos desde Avilés y sólo en 5 minutos desde el aeropuerto de Asturias.
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com