Diez días que dan comienzo con la llegada del popular Tren Negro desde Madrid, cargado de escritores y periodistas. Este es el pistoletazo de salida a una de las semanas más locas del año, al menos la semana más «negra» y, también, la semana con más días, eso seguro. Se disfruta a tope de una miscelánea de todo tipo y condición artística, en un festival que es de cualquier color y de todos, siempre mestizo y multicultural, rodeado de actos oficiales y alternativos, barullo y puntualidad.
Hay de todo: puestos de comida, feria del libro, más de 50 cafés y bares al aire libre, mucha música, atracciones de feria, actos circenses, verbenas nocturnas, bailes de salón, ilusionismo y magia, mercadillo multicultural, ludoteca interracial, videocine al aire libre, malabarismo, foto periodismo… en suma, el festival popular de los géneros populares. Posiblemente porque el ámbito de la novela negra tiene esa generosidad; no es excluyente y haciendo honor a su cometido social da cobijo a todos los demás géneros: cómics, cine, ciencia ficción, histórico, extraños, exposiciones, movimientos sociales, reivindicativos, subversivos, emigrantes…
Las librerías tienen un estructura muy similar a la de los puestos de venta de alimentos y bebidas; las mesas redondas acontecen en tiendas de campaña en mitad de la calle, y el que pasa se queda si así lo desea. Con esto se propicia una especie de mecanismo de contagio, que consiste en que quien va a un concierto de rock se puede quedar en una mesa redonda de literatura, cine, cómics o fotografía, o el que va a un debate puede terminar subiendo a la rueda de la fortuna. El menú lúdico-cultural de la Semana Negra es absolutamente ecléctico.
«La idea es articular, de manera no pecaminosa, la cultura de minorías con la de masas, en formas más festivas, más elaboradas. Ciertamente es el triunfo de un populismo salvaje, lo reconozco, y sé que esto es algo que pone muy nerviosas a las academias», así lo entiende Paco Ignacio Taibo II, el escritor mexicano, decidido precursor de este multievento desde 1988 y actual director de orquesta de la Semana Negra. En una ocasión definió la cita gijonesa como un evento que «reivindica el derecho a leer un libro con una mano mientras que, con la otra, sostienes un churro».
Hablamos de un festival que convoca anualmente a cerca de dos centenares de autores y artistas provenientes del universo de la novela negra, pero también de la histórica, la ciencia ficción, el cómics o la fotografía. Y más de un centenar de periodistas acreditados procedentes de casi toda España y de los cinco continentes.
XXXVII Semana Negra 2024
Tendrá lugar del 5 al …
Hay cerca de 300 metros lineales de librerías y un espacio amplio para la venta exclusiva de libros de ocasión, en los que poder hallar, quizás, ese libro o tebeo que uno lleva buscando tanto tiempo.
Alguien nos pone en la mano el A Quemarropa, periódico de la Semana Negra que se pone a la venta a la antigua, con los vendedores pateando las calles, y en el que se nos informa puntualmente de las actividades del día y de la noche.
Disfrutamos del mercadillo inter-étnico más concurrido de España, se ofrecen pequeños conciertos por todos los lados, artistas callejeros por doquier, una inmensa feria y dos grandes exposiciones.
De madrugada, sorprendiendo una vez más, el programa tiene previsto un recital de poesía para soñadores de la noche, y reúne a cientos de personas en reverencial y respetuoso silencio.
Un Zeus que bebe una Pepsi, un diablo que lee a Quevedo y una mano procedente del Guernica que sale del suelo… Qué más… pues también está la noria, en el parque de atracciones improvisado para estos días. Una gran Noria que también se ha convertido en símbolo de la Semana Negra y que da vueltas y más vueltas, como nosotros, presa de la frenética actividad de esta fiesta, festival, concurso, certamen, encuentro solidario, acto cultural o como quieran llamarlo.
Se nos olvidaba: la semana negra se ya ha conseguido dos récords mundiales Guinness, con la fila de conga más larga de Europa en la que participaron más de 6.200 personas (1991) y la fila más larga de libros (1.650 metros), donados por los asistentes para los lectores cubanos en 1994.
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com