El Festival Internacional de Cine de Gijón, con más de medio de siglo de historia, es una de las citas obligadas del séptimo arte. Sus secciones se preocupan por sacar a la luz el talento más alejado de los circuitos comerciales.
Cada año a finales del mes de noviembre, la ciudad de Gijón, una ciudad ya de por sí moderna y cosmopolita, se contagia de los efluvios cinematográficos independientes. Para los amantes del buen cine es un auténtico deleite pasear por sus calles, por el muro de San Lorenzo, acudir a sus tascas y locales de moda y tratar de compaginar esta relajante actividad con las «prisas» que merece un programa extenso, sin apenas tregua durante más de una semana. Es fácil tropezarse en este ir y venir con directores, actores y técnicos de las películas que convoca el festival, o acudir a sus charlas y entrevistas, aunque eso sí, aquí no hay apenas glamour, porque en Gijón el cine es modesto, casi anónimo, y ensalza por encima de todo las virtudes del trabajo bien hecho, sin ningún tipo de deuda contraída con la farándula.
El festival viene siempre cargado con una agenda muy plural en la que además de cine se puede disfrutar de música en vivo, exposiciones paralelas, coloquios, fiestas, y cursos de mérito como el ciclo Universo Media, que organizan conjuntamente la Universidad de Oviedo y el Festival Internacional, y que reflexiona sobre las mutaciones experimentadas en nuestra forma de ver y hacer cine tras la onda expansiva de la cultura digital y las nuevas tecnologías.
Todo en Gijón es imperiosamente presente y, salvo las retrospectivas cinematográficas, el festival discurre siempre a base de proyecciones de plena actualidad.
Además de la sección oficial, uno de los platos fuertes del Festival es la sección Enfants Terribles, que se ha convertido en uno de los referentes del mejor cine internacional dirigido a los más jóvenes. En cada nueva edición, Enfants Terribles acoge una quincena de largometrajes, incluyendo títulos de ficción, animación y documentales, en los que se ofrecen nuevas miradas sobre el mundo de los niños y los adolescentes.
También hay una sección propia para documentales musicales: Desorden y Concierto, otra sección más dedicada a películas experimentales y en el límite entre la ficción y la realidad denominada Llendes y la tradicional Esbilla, una especie de cajón de sastre en la que dar salida a otras propuestas que no encajan del todo en el resto de los apartados del certamen.
El Festival otorga varios premios en las diferentes secciones competitivas contando con un Jurado Internacional (formado por al menos cinco profesionales de diferentes países), un Jurado Joven (constituido por 50 jóvenes de entre 17 y 26 años) y, desde 2005, cuenta con la presencia de un Jurado de críticos internacionales: FIPRESCI.
A lo largo de los últimos años han pasado por Gijón algunos de los más prestigiosos profesionales del cine independiente a nivel mundial. Han visitado este festival como directores homenajeados, entre otros, Abbas Kiarostami, Aki Kaurismäki, Todd Haynes, Pedro Costa, Paul Schrader, Joao Cesar Monteiro, Seijun Suzuki, Jem Cohen, Kenneth Anger, Ulrich Seidl, Hal Hartley, Lukas Moodysson, Tsai Ming-liang, Claire Denis o Todd Solondz.
También se ha contado con la presencia de profesionales nacionales e internacionales en el jurado internacional o presentando películas en las diversas secciones del programa: John Cale, Maria Schneider, Monte Hellman, Paprika Steen, Julio Medem, Fele Martínez, Elvira Mínguez, Jorge Perugorría, María Esteve, Tristán Ulloa, Daniel Guzmán o Jan Cvitkovic.
62 FICX de Gijón
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Texto: © Ramón Molleda para asturias.com
