Sabido es que la vivienda es una necesidad social básica. También un derecho, al menos desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y la constitución española de 1978. Y apesar de todo, su precio sigue siendo caro e inalcanzable para muchos y la oferta, siempre deficitaria, ha ido y va por detrás de las necesidades sociales.
En toda Europa, desde mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX, el desarrollo industrial, el traslado masivo de mano obrera campesina en busca de trabajo en el sector fabril, trajo consigo los primeros hacinamientos de población extra en las ciudades. En España, en cada ciudad o provincia, los incipientes barrios obreros recibieron diferentes nombres: patios, corrales de vecinos, casas de corredor, corralillos, portones, barrios ocultos o ciudadelas.
¿Qué es la ciudadela de Celestino Solar?
También conocida como Ciudadela de Capua, es un minibarrio singular, un modelo de vivienda obrera que se repitió en toda la geografía española pero que en Gijón tuvo un desarrollo notable. El crecimiento demográfico fue aquí desmesurado desde que a finales del siglo XIX el ferrocarril comunicase la ciudad con las cuencas mineras y con la meseta. Esto, unido a la actividad portuaria, hizo que Gijón despegase como capital industrial del Principado. En muy pocos años, antes incluso de comenzar el siglo XX, la ciudad pasa de los 10.000 habitantes a casi 30.000, generando un serio problema de vivienda.
La Ciudadela de Celestino Solar es hoy un museo, un espacio etnográfico en muy buen estado de conservación, superviviente de las casi 200 núcleos habitados de estas características que se desarrollaron en Gijón en esa época. En el barrio de La Arena, concretamente, fue donde hubo más ciudadelas. La de Celestino Solar la conformaban veinticuatro casas de planta baja (agrupadas en batería en cuatro hileras) y dos patios. Las casas no superaban los 36 metros cuadrados y en ellas llegaban a convivir cuatro personas como mínimo, porque además del matrimonio y los hijos (entre dos y cuatro), solían también estar habitadas por los padres de los cónyuges. El número de mujeres solas, viudas o solteras con varios hijos también era muy alto.

La distribución de las casas: dos habitaciones, una pequeña sala de estar y una minúscula cocina. Sin comodidades de ninguna clase: no había agua corriente, ni alcantarillado, ni luz eléctrica. Existían cuatro retretes comunitarios, además de un pozo en el llamado Patio Grande que suministraba agua de mala calidad. Mujeres y niñas realizaban varios trayectos al día cargando con cubos hasta la fuente más cercana, fuera de la ciudadela. Sólo a mediados de los años cincuenta del siglo XX, y tras las reiteradas protestas de los vecinos, se instaló una fuente dentro del recinto.
En la década de 1960, las ciudadelas gijonesas de La Arena comenzaron a desaparecer de forma acelerada, coincidiendo con el interés que mostraron por este barrio (cercano a la playa) las clases medias y los «veraneantes». Ya en 1959, una constructora había comprado el espacio con intención de derribar las casas y construir pisos nuevos aprovechando su cercanía a la playa. Fueron los retrasos en las expropiaciones los que salvaron a este conjunto del derribo, pues con la llegada de la democracia pasó a estar protegido por el primer PGOU de Gijón. La Ciudadela de Capua estuvo habitada un siglo completo, entre los años 1877 y 1975. A partir de sea fecha comenzó a ser deshabitada y su población fue trasladándose hacia los nuevos barrios obreros de la ciudad.

¿Dónde está la Ciudadela?
Su ubicación es quizás lo más sorprendente de este espacio. Hablamos de un lugar literalmente oculto, prácticamente invisible. Se accede a ella por un angosto callejón que pasa muy desapercibido, ubicado en el nº 15 de la calle Capua, tras edificios de sobria factura y bellas fachadas propias de la época del ensanche gijonés.
Este emplazamiento, escondido en la trasera de los inmuebles burgueses, no es circunstancial, sino una de las características más comunes de las ciudadelas obreras de toda España, suscitando un buen numero de análisis sociológicos. Los patios de atrás ocultos a la vista desde la vía pública, como el que barre por debajo del sofá, y a los que se accedía por callejones como único acceso velado, fue un modo de urbanismo obrero nacido en la Inglaterra de la Revolución Industrial y exportado al resto del mundo. La Ciudadela que nos ocupa estaba ya cercada por un muro en 1880, y a comienzos del siglo XX fue encerrada dentro de un patio de manzana tras la construcción de los edificios que actualmente la rodean.
Construida en 1878 por iniciativa del indiano que le dio nombre, en el lugar conocido como la Garita, ocupaba una parcela de más de 1600 metros cuadrados. Celestino Solar había retornado de Cuba y decidió invertir en suelo de una zona en alza, conocedor de que los obreros necesitaban lugares baratos donde vivir. En general, los dueños de las ciudadelas fueron propietarios inmobiliarios y comerciantes pertenecientes a la burguesía local. Y las casas de eran ocupadas en régimen de alquiler por las clases populares, pero no sólo por jornaleros de las fábricas gijonesas sino también por peones de obra, barberos, mineros, costureras, criadas, cocineras, cigarreras, vendedoras ambulantes, pescaderas… El sueldo les daba para pagar el techo y poco más. Como contrapunto, en los grandes edificios que la rodeaban vivieron inicialmente pequeños burgueses industriales, pero al poco fueron ocupadas por profesionales como médicos, abogados, arquitectos y comerciantes. Ambas clases sociales se vieron obligadas a convivir separados tan sólo por unos metros. Desde el primer momento las casas obreras fueron objeto de crítica por parte de las sociedades higienistas, como la Asociación Popular de Cultura e Higiene de Gijón, que pretendía que las viviendas se organizaran según la moral de la época. Que los hogares tuviesen privacidad para que nadie viese ni oyese lo que pasaba dentro; que en una casa no habitaran dos o más familias, o que el matrimonio y los hijos no ocuparan la misma habitación.
El Museo de la Ciudadela de Gijón
En la actualidad, una de las hileras de casas rehabilitadas se ha convertido en sala de exposiciones permanentes, temporales y de actividades. Podemos disfrutar de paneles explicativos, noticias y documentos de la época, además una magnífica colección fotográfica y varios audiovisuales que incluyen el testimonio de alguno de los antiguos residentes. Puede verse también una recreación del interior de las humildes viviendas en una de las casas, cuidando hasta el último detalle: un San Pancracio de espaldas, una lata de aceite, un molinillo de café, calderos y palanganas con flores pintadas a mano… Aquí dentro sólo se consumía carne en el cocido de los domingos y la merienda de los niños consistía en las natas de la leche con azúcar, a veces manteca y pan o una onza de chocolate. La cocina era también cuarto de baño, pues allí se aseaba la familia. Y por ella entraba, además, parte de la poca luz y del aire que ventilaba las viviendas. Las casas eran también el lugar de trabajo de muchas mujeres, como las modistas, y de algún artesano.
Este museo al aire libre conserva los muros maestros de otras de las antiguas viviendas, restos del suelo original y una parte del muro que cerraba la ciudadela en el momento de su construcción a finales del siglo XIX. En él se han dispuesto una serie de paneles explicativos de la revolución industrial asturiana y gijonesa, y del problema de la vivienda en esa época.
A ambos lados del callejón que da acceso al patio de Capua pueden contemplarse varios murales de gran tamaño realizados por el dibujante asturiano Ernesto García del Castillo, conocido como Neto. Grandes y vistosos murales que recrean escenas de la vida cotidiana en la ciudadela.
Información de interés:
El acceso a la ciudadela se realiza pro un callejón localizado en el número 15 de la calle Capua.
La entrada es gratuita y no es necesaria reserva, el recorrido por el recinto se hace muy ameno y didáctico.
No se permiten mascotas.
Horario
De octubre a marzo
11:30 a 18:30 de Martes a Domingo
De abril a septiembre
11:00 a 19:00 de Martes a Domingo
Cerrado: todos los lunes y los días 1 y 6 de enero, martes de Carnaval, 15 de agosto, 24, 25 y 31 de diciembre.
Fuente: Museo de la Ciudadela de Gijón.