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Cueva del Pindal, un santuario rupestre

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La prehistoria en Ribadedeva

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Desde que la prehistoria se dejase ver por las tierras de la actual Ribadedeva ha pasado mucho tiempo, tanto que ahora el mar está a los pies de la misma caverna de la que vamos a hablar, cuando antiguamente distaba más de cuatro kilómetros.
Las fotos de interior de la cueva son de Sergio Ríos, Consejería de Cultura del Principado de Asturias.




Latitud: 43.3915443 Longitud: -4.5419402
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La Cueva del Pindal, en la bella aldea de Pimiango, fue a su manera un centro de arte, relacionado entonces con asuntos místicos y sobrenaturales. Sus paredes sirvieron para que el hombre primitivo liberase su conocido amor por la técnica de la representación. En las cavidades queda una amplia muestra de este propósito, gracias a pinturas y grabados que fueron creciendo en número y calidad artística generación tras generación, a lo largo de 50 siglos desde que se iniciasen, hace 14.000 años.

¿Por qué visitar la Cueva del Pindal?

La cavidad, alargada y de unos 400 metros de longitud, nunca estuvo habitada. Esto denota, más si cabe, la excepcional función que cumplía. Una función que podríamos adjetivar como cultural, saltándonos la semántica propia de aquella época que seguro no hacía distinciones de esta índole. Los artistas del paleolítico que vivieron en la actual Ribadedeva eligieron la cueva por resultarles apropiada a sus fines artísticos, y no tanto por sus posibilidades como casa u hogar. En ella dejaron un profundo testimonio de su tiempo a base de retratar la naturaleza y buscar signos más complejos para explicar el misterio de la existencia. Usaban tonos ocres y negros; con ellos trazaban fundamentalmente contornos de animales. A la postre las pinturas serían símbolos para identificarse como grupo. La cueva que los vio nacer llegó a convertirse en un santuario para sus inmediatos descendientes y en una joya para la humanidad a nuestros ojos.

La caverna consta de un vestíbulo de unos diez metros de ancho, al que continúa una amplia y única galería. El recorrido guiado por la cueva nos conduce a dos zonas principales. Las dos cuentan con decoración. La primera está a unos cien metros de la entrada y allí encontramos la cabeza de un caballo rojo. Más adelante, y siempre entre los perfiles resaltados en roca de la misma galería, descubrimos otra cabeza de caballo, esta vez esquematizada con líneas negras, así como un cérvido pintado en negro que se sospecha sea un reno. Un poco más adelante vemos signos con aspecto de árboles. La segunda zona que podemos diferenciar de esta primera se encuentra a unos doscientos cuarenta metros de la entrada. Aquí está el panel principal, que consta de un grupo importante de figuras. En este punto son tan abundantes las pinturas como los grabados. También proliferan los signos. Además de los puntos se hallan formas más complejas con aspecto de maza. Las pinturas, por su grado de abstracción artística cabe situarlas en un estadio avanzado.

Desde principios del siglo XX, la Cueva del Pindal forma parte del Patrimonio Artístico Regional. Posteriormente es declarada Monumento Nacional. En un trabajo de investigación llevado a cabo por expertos del arte rupestre, en 1954, se logran datar 45 pinturas, las más destacadas son 9 caballos, 11 bisontes, 2 elefantes, 3 cérvidos, 1 jabalí y 1 pez, un amplio abanico de la fauna de la época. La estrecha relación simbólica que unía al hombre y a la naturaleza animal salta a la vista. Otro tipo de relaciones, de carácter supersticioso o sobrenatural, corresponden al criterio de los analistas contemporáneos.

Por otro lado, la presencia de un elefante, un mamut más concretamente, silueteado con trazos rojos y un tanto desvaídos, tiene una gran importancia en el arte rupestre conocido en la península, ya que este tipo de representaciones son muy escasas. Además nos hablan por sí mismas de un clima extremadamente frío, como ya se apuntó. Y realmente hubo mamuts. Muy cerca, en los límites del concejo de Ribadedeva con el vecino concejo de Llanes, hace pocos años se descubría íntegro un esqueleto de este tipo de paquidermo. Esperaba a los investigadores en una cavidad del acantilado que en pleamar quedaba oculta por el agua. El rescate fue muy dificultoso pero se concretó, y la realidad de sus fósiles sirven ahora para constatar la veracidad de las pinturas paleolíticas, de las que nunca dudamos.

El entorno de la Cueva del Pindal

Acercarse a la cueva de El Pindal puede resultar también una excursión gratificante para los ojos. Está situada en el Cabo de San Emeterio, sobre el mar, en una espectacular panorámica de la costa acantilada de estos lares. Contamos además con una senda por la costa alta para pasear sin prisa y admirar el mar Cantábrico y uno de sus litorales más sorprendentes. Cerca de la cueva también podemos disfrutar de ejemplares edificaciones de otros tiempos más cercanos, como son la Iglesia de Santu Medé y el antiguo monasterio de Tina.

Información de interés:

Dirección:
Pimiango, s/n
33590, Ribadedeva

Teléfono de contacto: 608 175 284

Abierto: de miércoles a domingo, de 10 a 14 horas.

Como llegar:
Desde la carretera nacional N-634, deviación por la carretera local RA-1 hacia el lugar de Pimiango, que dista unos 2 km. En el pueblo, continuación hacia el faro por carretera local hasta una bifurcación. De frente se encuentra el aparcamiento; a la derecha, carretera hacia la cueva, que finaliza frente a la ermita de Santu Mederu. La cueva está a unos 200 m. accesible por senda peatonal.

Más información: Cueva del Pindal


Texto: © Ramón Molleda para asturias.com Copyright Ramon Molleda



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