Una nueva Avilés espera al visitante para quitarle de la cabeza sus imágenes preconcebidas. Pasear por el casco urbano puede llegar a ser una de las visitas que más nos sorprendan de Asturias. No en vano, la ciudad celebra sus mil años de existencia y nos ofrece su rico pasado por todas partes. El patrimonio arquitectónico de la Villa del Adelantado (así es como se la conoció en honor a un famoso conquistador avilesino llamado Pedro Menéndez, apelado el Adelantado) es muy variado en estilos y épocas históricas. Al ser una población de gran tradición comercial y portuaria, fueron muchos los nobles que durante la Edad Media y Moderna se instalaron aquí, construyendo casonas y palacios. Desde el siglo XII, el pulso económico de esta ciudad se fue plasmando en una serie de realizaciones arquitectónicas, algunas perdidas en su integridad como las murallas y otras conservadas, aunque con sensibles reformas. Algunos de los inmuebles más representativos de este entorno se han ido fundiendo con las nuevas infraestructuras culturales de la ciudad. Por eso en Avilés se respira un ambiente dinámico y cargado de iniciativas públicas.
Casco histórico de Avilés
La mejor forma de recorrer la villa del Adelantado es a pie. La calle Rivero y la calle Galiana discurren por los soportales más famosos del Principado, soportales que antiguamente servían de refugio para la venta ambulante los días de mercado. Rápidamente descubriremos que el casco urbano es muy paseable y que propone al turista un recorrido singular y muy valioso. El barrio de pescadores, las iglesias vieja y nueva de Sabugo, la plaza de los Hermanos Orbón o el palacio de Camposagrado bien merecen una visita, así como la plaza de España, atravesando las calles de la Fruta o la Ferrería para adentrarse después en el parque Ferrera, auténtico pulmón verde de la ciudad. De obligada visita es la actual iglesia de los padres franciscanos, antigua iglesia parroquial de San Nicolás de Bari. Se trata del edificio de mayor antigüedad de la villa. Construido entre los siglos XII y XIII, cuenta con una interesante portada románica y preciosa bóveda de crucería.
A lo largo de nuestro recorrido contemplativo, por todas partes encontraremos buenos pinchos y restauración de calidad para hacer una pausa. La gastronomía avilesina nos sorprenderá gratamente. De su carácter milenario y marinero se ha guardado el frasco de las esencias que podremos degustar en restaurantes, sidrerías y chigres. El marisco en general, los potes, fabadas, oricios y los postres autóctonos como el bollu (bizcocho de varios pisos que los padrinos regalan a los ahijados en Pascua), les casadielles o los frixuelos (típicos del carnaval). Todo ello regado con una buena sidra.
Si lo que buscamos es la movida, la encontraremos dispersa en varias calles, como Galiana, Rivero (la zona de los vinos) y la Ferrería (zona de pubs). También está en auge la zona de Sabugo, plagada de sidrerías y terrazas de verano.
Nuestro paseo por la histórica Avilés nos obliga también a recrearnos en la ciudad moderna. El año 1950 supuso el inicio del periodo de transformación urbanística más importante de su historia debido a la implantación de diversas industrias, entre las que destaca sobremanera Ensidesa. Familias de todas partes de España se trasladaron aquí y forjaron la tercera urbe más poblada del Principado: actualmente supera los 80.000 habitantes y cuenta con el segundo puerto en importancia de la región.
Paseando por el puerto y la ría de Avilés
Hoy en día todos los avilesinos miran al puerto y a la ría con otros ojos. En 1980 se inauguran el nuevo muelle pesquero y la cofradía de pescadores Virgen de las Mareas, en cuya lonja se subasta casi el 70 por ciento de la pesca capturada en Asturias, lo que ha colocado a Avilés, a pesar de su escasa flota pesquera, a la cabeza de los puertos asturianos. Otra obra vital en este entorno, realizada recientemente por el Gobierno de Asturias, y que ha costado más de 14 millones de euros, ha supuesto la retirada de 170.000 metros cúbicos de lodos contaminados y la recuperación de cuatro kilómetros de paseo fluvial. La apertura de este nuevo paseo se suma a la del paseo de la Avenida de Guadalhorce, inaugurado recientemente, y a la senda peatonal entre San Juan de Nieva y El Arañón. En total, como paseantes podremos disfrutar de casi seis kilómetros de nuevos espacios en el litoral avilesino.
En el Parque del Muelle encontraremos la escultura más conocida de Avilés. Representa la figura del marino Pedro Menéndez, adelantado de la Florida y fundador de la primera ciudad de Estados Unidos, San Agustín. En este mismo parque encontramos la escultura de La Foca. El homenaje a un ejemplar muy sociable que llegó al puerto avilesino en 1950 y amenizó a los vecinos durante una larga temporada. La estatua en su honor es sólo una de las muchas obras escultóricas que adornan la ciudad y que tienen su máximo representante en La monstrua. Una escultura que supone la trasposición de la obra pictórica del pintor avilesino Carreño Miranda a volumen. La monstrua está ubicada en pleno corazón del barrio marinero de Sabugo. El Ayuntamiento encargó la pieza en homenaje al pintor. La obra se completa con un mural posterior que también recoge la imagen de La monstrua, pero desnuda. Ambos cuadros forman parte del fondo del Museo del Prado. La escultura es, probablemente, uno de los motivos más fotografiados de la villa.
Información de interés:
Oficina de Información Turística
Ruiz Gómez 21, bajo. 33402 Avilés.
Tno. 985 54 43 25 - Fax: 985 93 90 11
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com