Una vasta campera cercada por densos hayedos y grandes moles de caliza, con decenas de cabañas pastoriles bien conservadas en sus límites. Un territorio que hace las delicias de los excursionistas y que se ha convertido en uno de los mayores reclamos de esta comarca. A una altitud de 1225 metros, esta vega llegaba a convertirse en un auténtico pueblo durante el verano. Los ganaderos habitaban sus más treinta cabañas. Subían a la braña buscando pastos fresco para sus animales (ganado vacuno, ovino y caballar) y establecían un correo permanente con pueblos como Bezanes, a los que diariamente llegaban burros cargados con lecheras desde la vega.
Además de las labores propias del pastoreo, muchos vaqueros aprovechaban el verano para mejorar su economía, elaborando madreñes con la madera de la zona, por ejemplo. Durante sus largas estancias fueron dando nombre propio a todos los rincones de este espacio. Empezando por La Coyuga, su parte inicial, lindante con la fuente. A la izquierda, Les Moñes. A la derecha, El Pelambre. Les Llombes, su parte más alta. El Requesón, su zona central; o El Pandiellu, dónde actualmente está ubicado el refugio de Brañagallones, uno de los mejores en su especie de todo el Principado -cuenta con alrededor de 40 plazas y un equipamiento de primera categoría.
Cómo llegar a Brañagallones
La localidad casina de Bezanes (650 m.), núcleo rural situado al borde de la carretera AS-117, es el punto de partida de esta excursión que nos llevará a sus voladas cimeras. Hemos de recorrer el itinerario de pequeño recorrido PR.AS-66, de dificultad baja-media. Una distancia total de unos 20 Km y unas 5 horas y media de ida y vuelta.
Saldremos desde el aparcamiento. La vía por donde caminamos remonta desde el límite meridional del pueblo, la ladera del pico La Roñada, describiendo un gran arco con duros repechos. Se pasa al lado de los invernales de Los Arrieles para llegar seguidamente al panorámico mirador del cantu texu de La Oración (973 m.) (2,4 km, en 1 h), cuya historia nos remite a tiempos remotos. Era el lugar de encuentro de los pastores para ejercitar sus ritos paganos y posteriormente cristianos. Desde este encumbrado promontorio se avistan buenas imágenes de la orografía casina.

Pasados los duros repechos, la pista se ciñe al monte muy por encima de la cañada del río Monasterio, en dirección netamente sur. Tras faldear los cantiles del texu Los Carrascales, se entra en las colgadas praderías de coto Abellar, con cabañas desparramadas en el perfil de la ladera. La ruta prosigue por la pista adelante, cruzando las altas y sucesivas majadas de Raigau, La Cardosa, El Fondil y Bláiz, presentándonos al poco tiempo en la majada de Andurviu, donde se reparten cabañas y una buena fuente (1.073 m.) (5,5 km, en 2 h. y 10 min.).
Si continuamos por el camino original, que a partir de aquí se adentra en zona ZURE permitida, la marcha se adentra en el bosque, bajo el cual se adivina un precipicio cortado a pico sobre el barranco. Más adelante, la pista lo traspasa, bajo el techo hormigonado el argayu del Llobu, para atravesar de seguido la tallada roca del túnel del Crestón, horadado en la caliza y que salva el cuchillar de la sierra de Pintacanales. A su salida se sitúa un paso canadiense y un mirador, desde el cual se contemplan nuevas imágenes paisajísticas que se prolongan de seguido, hasta la fuente de Pandu Quemáu y el aparcamiento de Brañagallones (1.215 m.) (10,6 km, en 3 h y 30 min). Estamos ubicados en la antojana de La Vega, como también se denomina, o Brañagallones, verdadero oasis surgido en los linderos meridionales de Caso. Los parajes que envuelven la periferia estructural de esta majada constituyen una ininterrumpida serie de valores naturales que sorprende al senderista. Está protegida en el flanco oriental por la línea de cumbres del canto del Osu y la sierra de Príes, mientras que, al sur, comprimen este recinto los picos Peña del Viento y los enriscados espolones calcáreos de los picos Sellar y Los Fornos.

La profusión del arbolado en muchas de sus áreas, compuestas fundamentalmente de hayas, robles y carrascos, da un toque de distinción en cualquier época del año. El agua es también un elemento básico en esta fantástica naturaleza, donde el canto del Osu está constituido como atalaya soberana. Aún se conservan en pie y en pleno uso las rústicas cabañas, construidas de muros de piedra, en perfecta armonía con el entorno donde se asientan. En el promontorio de Pandiellu (1.240 m.) se localiza el remozado refugio que fue de cazadores y ahora de montañismo, gestionado por la FEMPA y dotado de todos los servicios, con guía incluido, que cualquier montañero anhela, y que se constituye como base de partida hacia las montañas del entorno. Está comunicado por un servicio de auto-taxis.
Libro «Redes, paso a paso»
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