Primero nos introducimos en el barrio de Carúa siguiendo a contracorriente el curso del río Pequeño. Avanzamos sin apenas desnivel paralelos a su margen izquierda, en el sentido de la marcha y dejando atrás el asfalto. Enseguida nos tropezamos con el sendero G. R. 109 Asturias Interior, procedente de Mones. Soslayando este desvío, progresamos en medio de una maraña vegetal, auténtico bosque de ribera con un buen catálogo de elementos florísticos. Más adelante hemos de cruzar las limpias aguas del río por dos sucesivos puentes de madera reconstruidos, hasta situarnos en el área recreativa, que está provista de sus clásicos enseres. De nuevo en ruta, cruzamos a la vertiente opuesta por un puente de piedra. Después, dejamos a nuestra derecha el camino de Torín y superamos el siguiente trecho para plantamos en el camino de acceso a la cascada del Chorrón, donde las aguas del río se desploman en un circo amurallado con más de 15 m de caída vertical, en medio de un entorno natural cubierto de robles, abedules, castaños y otras especies arbóreas (230 m.) (3,3 km., en 1 h.). De nuevo en el camino original, un poco antes de alcanzar la caseta de captación de aguas de Villamayor, caminamos a la derecha por la ruta señalizada franqueando una portilla metálica. Atrás nos queda el bosque, y siguiendo la traza de la empedrada senda vamos a superar un remonte con tramos escalonados hasta plantarnos en un crucero. Por la derecha el camino tallado nos conduciría a Torín, destino que ahora eludimos para continuar con el rumbo al mediodía por la traza original, que ya nos ofrece buenas panorámicas del Sueve y del ampuloso barranco del río Pequeño, que queda a nuestros pies. Más adelante volvemos a introducirnos en una zona boscosa por donde el camino supera unos tornos, tras los que ya asoman las primeras ruinas de La Cueva (402 m.) (4,5 km., en 1 h. y 50 min.).
La Cueva es una aldea perteneciente a la parroquia de Villamayor (Piloña) que está deshabitada desde hace unos 50 años y que llegó a tener 16 vecinos. Su enclave se localiza bajo la ladera meridional del pico Cerro el Tombu, en el valle que riega el río Pequeño. Su entorno constituye un mágico rincón natural y salvaje, por donde se dibujan los ancestrales caminos que daban acceso a las aldeas, procedentes de Torín, Valle, Carúa y Pesquerín, respectivamente. A este último pueblo acudían a la escuela los niños del lugar. Tanto el río como la aldea son algunos de los muchos alicientes de esta ruta senderista.
La atravesamos de abajo arriba para tomar el sendero que nos conduce a su renombrada cueva, de ahí el topónimo del pueblo. Esta es una amplia cavidad con restos de estalactitas y estalagmitas y algún sumidero. Después retornamos al camino principal abordando la ruta en dirección a la collada Doca, topándonos más adelante con una casa y cuadra restauradas, donde el camino real está bloqueado por el cierre de la finca. Nos vemos por tanto obligados a tomar un sendero alternativo que nos lleva a la pista de acceso procedente de Valle. Por ella progresamos de manera sostenida cruzando por fincas con nombres tan comunes como La Mallada y Prau Torre. A continuación coronamos la collada Doca (548 m.) (7 km., en 2 h. y 50 min.). Este lugar, salpicado de cabañas campesinas, constituye un abierto ventanal sobre los paisajes más recónditos de Piloña. Desde aquí salen pistas ganaderas hacia diferentes lugares, preferentemente al cercano pico cerru el Tombu, ubicado por encima de nuestras cabezas.
Hacia allí nos dirigimos por la cuesta del Cayu en sentido septentrional. Una vez en la cimera, seguimos el curso de esta alargada cumbrera que se extiende desde la cima occidental del Arbolín de San Juan hasta la señalada cumbre del cerru el Tombu (673 m.) (8,2 km., en 3 h. y 40 min.). Constituye una de las cimas que encadenan el monte Cayu, pequeña serranía ubicada en el concejo de Piloña, a la grupa de los pueblos de Torín, Melardi y Valle, y limitada entre los cauces fluviales de los ríos Pequeño y Valle. Lo más sobresaliente es su estratégica ubicación geográfica, ya que desde su cima se descubren los abiertos horizontes de los Picos de Europa, el Sueve, la rasa costera asturiana, y un sinfín de pequeñas serranías que se articulan sobre media región, desde las montañas ponguetas hasta la misma cordillera Cantábrica. Su emplazamiento es un regalo de la naturaleza.
Tras la estancia correspondiente para poder admirar la panorámica retornamos a la collada, donde variando el rumbo de la marcha tomamos la pista que desciende a Valle. Bajando hacia allí, todo es un despliegue de paisajes que se van sucediendo uno tras otro. Descendemos por la fuente del Gaiteru y su esclarecida majada para introducirnos seguidamente en el estrangulamiento del barranco bajo la umbría de los viejos castaños de la Mata del Osu. El desnivel es sostenido hasta cruzar al pie de la majada de Peruyeru. Al llanear, hemos de soslayar un desvío a la izquierda que sube a braña Tayada por el puente los Ciegos, para toparnos a continuación con el puente de Carraces, que nos traspasa a la margen opuesta del río Valle, volviendo a cruzarlo nuevamente por el puente Melendreres. Definitivamente continuamos con nuestro destino al pueblo de Valle por esa misma margen, hasta conectar con la localidad (270 m. de altitud media) (11,1 km., en 4 h. y 30 min.). Esta parroquia está diseminada sobre una amplia ería donde sobresalen, amén de sus buenas caserías, la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, la casona blasonada y el atractivo pino amurallado. Después ascendemos por su trama urbana hacia el barrio del Mecín siguiendo las marcas del G. R. 109 Asturias Interior, que nos conducirá nuevamente a Villamayor.
La pista que seguimos asciende hacia un collado desde el cual contemplamos en primera línea Infiesto. Justamente allí se encuentra la oquedad de La Reboria, desde la que se extraía antiguamente arena de fregar que se vendía en los hogares de Infiesto. Seguidamente retomamos el rumbo al este en dirección al pueblo de Melardi, que cruzamos por el lugar de Les Mates, donde tomamos el asfalto de su carretera local que desciende a la N-634. Pronto la abandonamos por la derecha, siguiendo la huella de una pista de tierra señalizada que nos conduce sin ninguna dificultad al barrio de Carúa de Villamayor y a su centro urbano, donde damos por finalizada esta ruta senderista (100 m.) (15,4 km., en 5 h. y 30 min.).
Libro «Rutas por la montaña y los caminos de Asturias»
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