Al poco de salir de Salas se entra en un sendero donde el río Nonaya acompaña al viajero. Entre algunas de las sorpresas de esta ruta, de unos seis kilómetros ida y vuelta, está la fuente del peregrino, así como un viejo cargadero de una antigua mina de caolín y una zona donde antaño se curtían pieles. A partir de ahí la senda va ganando altura sobre el río. También llaman poderosamente la atención los puentes bajo los que el caudal sigue su camino hacia la mar, como es el caso del puente de Borra, con estructura de arco de medio punto, así como un segundo puente, el de Carcabón, muy cercano ya a la desviación hacia la cascada.
Y todo ello por tramos en los que se agradecen la frescura del bosque y ese ritmo que nos impone el sonido del agua, del aire que pasa entre las hojas de los árboles y también de los pasos de los que, antes de uno o después de uno, se hacen oír en el sendero. En la desviación, a la derecha, y bajando apenas 300 metros, nos espera esta cascada. Otra joya más del paisaje asturiano.
¿Cómo ir a la Cascada de Nonaya?
Teniendo como punto de partida Oviedo, se toma la autovía A-63 y, cuando se llega a la desviación hacia Cornellana, sin entrar en la villa, se coge a la izquierda, en la rotonda, la carretera N-634 hasta la villa de Salas. Tras entrar en ella y atravesar una recta con varias naves industriales, se llega enseguida al centro de la villa, donde están indicados tanto el casco antiguo como la carretera que lleva al tejo del cementerio.
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