El Pozo Sotón es una mina ubicada entre El Entrego y Sotrondio, en pleno corazón de la cuenca minera asturiana. Por dentro y por fuera es una joya de la ingeniería y la arquitectura industrial. Es propiedad de HUNOSA, suma más de 140 kilómetros de galerías y ha sido declarada Bien de Interés Cultural en 2014. Ahora se ha convertido en uno de los reclamos turísticos más originales de España.
Se permiten dos tipos de visitas al interior de la mina. Una «visita corta», de 2:30h de duración, en la que recorremos más de dos kilómetros a unos 400 metros de profundidad; y una «visita larga», unas cinco horas de recorrido en el que casi alcanzaremos los 600 metros bajo tierra, descendiendo hasta la novena planta del Pozo a través de «La Jota», una chimenea de ventilación utilizada también en su día como salida auxiliar de la mina. Suele ocurrir muy a menudo, según la mayoría de los testimonios, que los que realizan la visita corta se quedan con ganas de hacer la larga.
¿Cómo es la visita interior a la mina del Pozo Sotón?
Es espectacular, sin duda. Una aventura en toda regla, a la vez que una experiencia muy enriquecedora. Conoceremos de primera mano los vericuetos y secretos de una mina auténtica. Nos pondremos en la piel de los mineros por un rato, usando su indumentaria, su equipamiento de seguridad y sus herramientas de trabajo, para recorrer la mina con todas las garantías y poder llevarnos a casa una pequeña muestra de carbón asturiano.
Lo primero de todo enfundarse el mono de trabajo, colocarnos la lámpara minera y el equipo auto-rescatador. Asistimos después a una charla formativa de seguridad y acompañados de verdaderos mineros de profesión, que harán las veces de guía, nos subimos a la jaula (ascensor minero) para descender primero a 400 metros bajo la superficie. Los mineros comienzan a explicarte cómo era el día a día de su actividad y como, metro a metro, se abrían paso bajo tierra para extraer el carbón. Las explicaciones están cargadas de conocimientos sólidos en la materia, de cercanía y de buen humor.
Nos bajamos en la octava planta, que recibe al extraño con una galería de embarque de apenas cinco metros de ancho por tres de alto. En el suelo de la misma advertimos un agujero. Es «La Jota» y por allí bajará a la novena planta quien así lo haya decidido previamente (se requieren ciertas aptitudes físicas para descender este tramo, pero el visitante que lo desee siempre podrá realizar un recorrido alternativo de menor complejidad). La chimenea semivertical ha sido excavada manualmente y posteada sólo con madera. «Hay que procurar mantener tres apoyos al bajar», nos advierten los guías.
El silencio, la respiración, los latidos del corazón. Por un momento nos da cierto reparo comenzar a bajar por este singular y estrecho pasillo de unos 100 metros de longitud, que en algunos puntos apenas supera el metro cuadrado de paso y cuya pendiente media supera los 43 grados. Es sin duda el momento más exigente de la visita, aunque tampoco conviene asustarse. El recorrido por La Jota no conlleva una dificultad extrema. Además, avanzamos siempre bajo la supervisión de los mineros, muy pendientes del grupo en todo momento y encargados de velar por nuestra seguridad.
Tras emplear unos veinte minutos en el descenso, el «turista minero» alcanza la novena planta. Ahí comenzará el recorrido a pie hacia las zonas donde se explotaba el carbón. Te enseñan las estrechas galerías donde picaban en cuclillas o echados en el suelo, con una herramienta que supera los ocho kilogramos de peso, entre una densa nube de polvo y con un ruido ensordecedor durante horas. El coraje y la fuerza para poder desarrollar esta labor salta a la vista, y podemos comprobarlo de primera mano asistiendo en esta zona a un taller de picadores. Gracias a esta actividad, nosotros mismos con nuestro tesón, nos procuramos una pieza de carbón de hulla que a buen seguro colocaremos en un lugar visible de nuestra casa.
A lo largo de unos dos kilómetros de galerías nos topamos con diferentes instalaciones de agua, aire, electricidad y comunicación con el exterior, con los trazados de las vías, los métodos de sostenimiento de galerías y los sistemas automáticos de apertura de puertas de ventilación. Los últimos dos kilómetros de recorrido, el regreso hasta la caña del Pozo, se lleva a cabo en un tren de personal de la empresa.
¿Quién puede bajar a la mina?
La visita larga al interior del Pozo Sotón, incluyendo el descenso por La Jota, puede afrontarla cualquier persona en buena forma y con un mínimo de flexibilidad y agilidad. No supone un alto rendimiento físico pero, eso sí, las agujetas están aseguradas para los días sucesivos. Tampoco es que haya que tener un especial reparo para hacerla ni dejarse llevar por temores infundados, aunque no es posible que la realicen mujeres embarazadas, personas con movilidad reducida o que padezcan problemas respiratorios, cardíacos u otras dolencias asociadas, ni todos aquellos que sufran de claustrofobia o vértigo. La actividad tampoco está permitida a menores de edad, salvo que exista autorización expresa de los tutores. La edad mínima contemplada es de 16 años.
En la página web oficial vienen detalladas todas las medidas de seguridad, recomendaciones y contraindicaciones.
¿Qué otras cosas podemos ver y hacer en el Pozó Sotón?
Una amplia visita guiada por el exterior del Pozo. Un recorrido cargado de hitos mineros que se inicia en el almacén y la lampistería, para descubrir luego la historia del Pozo y su arquitectura: sus dos castilletes, la estructura metálica que los une o réter y el siempre sorprendente edificio de la casa de máquinas y las oficinas sindicales. Frente a los dos castilletes se instala el Memorial Minero, que rinde homenaje a los mineros fallecidos en accidente laboral bajo la gestión de HUNOSA; a todos aquellos que se dejaron la vida en un trabajo titánico, básico a la postre para el desarrollo socioeconómico de nuestro país.
Al final del recorrido exterior, los participantes sabrán dar sentido a todas estas palabras y expresiones: chimenea, testero, postiar, dar tira, bastidores, mampostas, el posteo de chulana, el chapeo, la bocarrampla, el avance de galería, el barrenista, el scraper, los tresillones, una cruz de San Andrés, etc. También asistirán a la simulación de un disparo de avance y verán una rozadora en funcionamiento.
El Pozo Sotón es toda una catedral minera. Su actividad se remonta la siglo XIX y su cierre administrativo tuvo lugar en el año 2014. Es un símbolo de la revolución industrial asturiana y por eso alberga también el Centro de Experiencias y Memoria de la Minería (CEMM). Un museo en el que se recrean espacios dedicados a los mineros, al grisú, a los accidentes de trabajo, a la documentación histórica o a la labor de la mujer minera. Un centro especialmente atractivo para los más pequeños, pues entre otros muchos atractivos permite construir una mina con el videojuego Minecraft, y cuenta con una exposición que se puede “tocar”, cuyos elementos (el 90%) se han recuperado o reutilizado de pozos mineros cerrados. El CEMM incluye en su oferta programas específicos para escolares, para familias, visitas teatralizadas, talleres creativos, campamentos para niños, cumpleaños mineros y un escape room donde uno puede formar parte de un equipo minero para completar una importante misión.
Información de interés:
Dirección: Sotón, Linares. San Martín del Rey Aurelio. 33940 - Asturias.
Teléfono: 630 119 642
Web www.pozosoton.es
Las reservas para las visitas interiores o exteriores se pueden efectuar aquí:
https://www.pozosoton.es/reservar-visita-mina/
Web del Centro de Experiencias y Memoria de la Minería
http://www.cemmineria.es/
Teléfono: 985 66 19 44
Fuente: Pozo Sotón.
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com