Una amplia casa solariega fue cuna del escritor de la generación del 27. Hoy en día, la casa sigue siendo propiedad de la familia. Alejandro elegiría el pseudónimo literario de Casona, evocando esa casa donde sus padres trabajaron como maestros durante su niñez.
Dejó atrás Asturias para vivir en Palencia y Murcia, yendo después a Madrid para estudiar en la Escuela Normal de Magisterio, y logrando el título de maestro de primera enseñanza normal, sección de letras en 1929. En la capital publicaría su primer libro, «El peregrino de la barba florida», de la mano de su amigo Alfonso Hernández-Catá, director de la editorial Mundo latino.
Regresa a Oviedo, en febrero de 1931, ya casado con una compañera de estudios Rosalía Martín Bravo. En 1930 ya había nacido su única hija, Marta Isabel.
Retorna a Madrid con el título de inspector de enseñanza y se haría cargo del Teatro del Pueblo por encargo de Manuel Bartolomé Cossío, presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas creado bajo los auspicios de la Segunda República Española. Con este grupo recorrería gran parte de la España profunda entre 1932 y 1935, adaptando piezas breves del teatro clásico español (que compondrían su «Retablo jovial») y obras de la literatura universal, dirigidas tanto a adultos como a niños y jóvenes. Siguiendo esa línea obtendría el Premio Nacional de Literatura por «Flor de leyendas», conjunto de catorce narraciones en las que recoge mitos y leyendas de las más diversas tradiciones escritas (india, árabe, griega, germana, escandinava, etc.) con la intención de acercarlas al público infantil a juvenil.
Convertido en uno de los autores más alabados de la España republicana, al inicio de la Guerra Civil huyó por Gijón y desde allí a Santander, San Sebastián e Irún. Meses después, ya en 1937, pasaría a Francia. Inició gira por América: la compañía viajó por México, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Argentina desde 1937 hasta 1939. Ese año estableció su residencia en Buenos Aires, donde sigue escribiendo y colaborando con diversas publicaciones y entra en contacto con el cine y la radio, adaptando guiones para ambos medios. También tiene tiempo para viajar, tanto por América como por Europa, asistiendo a representaciones de sus obras.
Una de sus obras cumbre: «La casa de los siete balcones» subió el telón por primera vez en 1957.
Casona regresó oficialmente a España en 1962. Presenció el estreno en Madrid de «La dama del alba» el 22 de abril en el Teatro Bellas Artes, que es recibida por el público con entusiasmo unánime, que se repite con el resto de sus obras «americanas».
Casona moriría en Madrid en 1965, aquejado de problemas de corazón, tras una operación quirúrgica para intentar solucionarlos.
** La casa no se puede visitar al ser propiedad privada, pero sí podemos acercarnos al Centro de Interpretación de Visitantes de Besullo.
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com