La senda del Valle Invisible, en el entorno de San Roque del Acebal (Llanes) es un recorrido que no grita su presencia, que es invisible porque no se revela de inmediato. La ruta está inspirada en el propio libro «El Valle Invisible», del escritor local Miguel Ángel Galguera. Podemos leer distintos fragmentos de su novela en atriles diseminados por todo el recorrido, en ellos el autor traslada la idea de un lugar fascinante, pero sin dejar de lado dura realidad de sus habitantes. La propia senda (proyectada por la Asociación Cultural “El Perru de San Roque”) busca lo mismo: explicarnos en todo momento la raíces y las ilusiones de quienes habitan este valle, cuyo nombre real es el “Valle de Mijares”.
La ruta también habla a través de las sendas que atraviesan el bosque, o cuando se acerca a la boca de cuevas naturales, o al transitar por lugares de gran valor etnográfico, con viejos lavaderos, puentes de piedra, fuentes y capillas escondidas. Nos iremos topando además con esculturas camufladas en el paisaje, talladas en piedra y madera, con formas humanas o animales, emergiendo en el camino como tótems primitivos. “Detente, observa y siente”, le dicen al caminante.
Recorriendo el Valle Invisible
Este itinerario mágico abarca aproximadamente 12 kilómetros en un circuito circular. San Roque del Acebal es punto de partida y de retorno. Una caminata amable, sin apenas desnivel, que va uniendo los distintos barrios de esta localidad. El sendero es bueno pero no se trata de una vía accesible, ni cómoda para sillas infantiles. Está señalizado con carteles diseñados ex profeso, con flechas verdes y las iniciales “VI” de Valle Invisible. También abundan otro tipo de señalizaciones e hitos más espontáneos pintados sobre rocas o troncos. De todas formas, hay puntos concretos del recorrido que resultan confusos, por lo que es recomendable descargarse el track de la ruta.
Echamos a andar. Pronto encontramos paneles informativos en el primer punto de interés del itinerario: la Malatería de San Lázaro. Malatería es como se conocían en Asturias las antiguas leproserías. En este lugar aún queda en pie parte de la estructura del inmueble. Los enfermos de entonces se aprovisionaban de agua en las inmediaciones, en la que se conoce como “Fuente de los malatos”, haciendo sonar la campanilla para evitar que el resto de los vecinos se les acercasen.

Tomamos un desvío a la derecha hacia el “Mirador del Cuera” y las huertas de San Roque del Acebal. Nuestra siguiente parada informativa es el gran panel de la “Fuente Antona”. Después tomamos dirección Sur, adentrándonos en un camino cargado de vegetación hacia el barrio de “Cañamal” y su “Fuente del Casar”. Un rincón muy bello donde nos espera las figuras en madera de una loba y sus cachorros. Es esta la primera de otras muchas tallas que nos encontraremos en el camino, realizadas todas por el genio de dos artistas locales: Toño Llorente (tallas en madera) y Toño Noriega (tallas en piedra).
Dejamos atrás el Cañamal camino del barrio de “La Somoda”. Un kilómetro de distancia por un bosque tupido y hermoso. Después, el camino amplio nos conduce en poco tiempo al panel informativo del “Río Cagalín”. Según las fotografías allí expuestas, este rincón fue antaño un lugar de reunión de lavanderas. El río desaparece engullido por una cueva, pero antes mueve las piedras de un viejo molino.

Tomamos ahora un sendero más abrupto, desviándonos a la derecha. El bosque nos recibe con un sobresalto: una familia de raposos (zorros) nos observaba desde las sombras, inmóviles; en realidad están tallados en madera con mucho realismo. Continuamos hasta encontrar una depresión en el bosque y descendemos con precaución hacia la boca de la “Cueva Collubina”; una entrada que promete profundidades pero que no nos atreveremos a explorar más allá de lo prudente. Continuamos hacia el barrio de “El Cuetu”. Desde allí, un breve trayecto asfaltado nos lleva al “Pozu Santiago” y al entronque con “El Caminu Real” y el Camino de Santiago. Abandonamos el asfalto al adentrarnos en “La Caleya de las Ánimas”. Entre árboles centenarios hallamos un pequeño oratorio dedicado a las ánimas del purgatorio, donde acudían los leprosos a recoger limosnas bajo la protección de la noche. Una antiquísima inscripción en piedra incitaba a la caridad de los peregrinos: “Si buenaventura espera en el viaje donde ba limosna a las animas dará”
Retomamos el camino, avanzando entre la N-634 a la derecha y la A-8 a la izquierda. Atravesamos prados con ganado hasta topar con un túnel bajo la carretera, que cruzamos. Nos adentramos ahora en el monte en busca de la “Cueva de Ciernes”, apenas a 300 metros. Vemos su entrada monumental atravesada por un arroyo. Las salas interiores fascinan por su amplitud, pero como no somos espeleólogos no nos adentraremos más de lo conveniente.
Volvemos al sendero principal, a la vera del arroyo seco que sale de la cueva, y llegamos nuevamente a la N-634. Desde ahí tomamos el “Caminu de la Santacina”, un recorrido que alterna claros de bosque y tramos de eucaliptos. Rodeamos la “Finca de las Coradiellas” y descendemos hacia la “Riega de los Molinos”. Dos antiguos molinos de agua nos esperan. Uno de ellos cuenta con un panel informativo que nos explica los mecanismos y funcionamiento de estos ingenios medievales. También podemos leer un poema del poeta local Pancho del Cañamal. Continuamos bordeando las vías de tren por un ancho y húmedo sendero hasta la “Fuente Rugarcía“, por el camino nos sorprenden un par de “lobos” aullando. La fuente es un bello manantial, y el agua brota sobre una lechada de arena. Al poco nos desviamos para acercarnos a “La Puentuca”, un pequeño puente románico de piedra. Vamos camino de “El Cantón” donde nos toparemos con la imponente figura de “El Campesinu” junto al “Lavaderu”. “En memoria de nuestros padres, abuelos y todos los hombres de este pueblo”, reza una inscripción en piedra.
Seguimos las señales del “VI” y giramos al sur. Por el asfalto primero, luego por un camino de tierra a la derecha avanzando hacia “La Cotera Somanta”. El camino, oscuro y resbaladizo, da paso a una pista de gravilla que sube entre praderas hacia “La Cuerre Santiago”. Descendemos después por una caleya hasta las casas del sur de San Roque. Llegamos al soto de “La Valleya” , y desde allí descendemos hacia la entrada de la “Riega del Toyu” entre árboles cubiertos de musgo. Cerca está la talla de una fabulosa osa madre con sus esbardos.
Cascada de L’Escaniellu
El sendero se angosta conforme nos acercamos a la cascada de “L’Escañiellu”, uno de los lugares más destacados y atractivos del itinerario. Es el rincón más capturado en fotografías, más instagrameable y más compartido en redes sociales. Sin duda se trata de uno de los principales incentivos para emprender esta ruta. Si la cascada esta activa, entonces se superan con creces todas las expectativas. En el camino, el murmullo del agua cayendo sobre la poza nos envuelve y anticipa lo que está por venir. Al llegar a este paraje encantador, el tiempo parece detenerse. La figura de una xana, el hada de la mitología asturiana, destaca con asombrosa precisión en la orilla de la poza, está perfectamente integrada en el entorno boscoso que constituye su hábitat natural. Por un instante, la fantasía cobra vida, difuminando la línea entre lo real y lo imaginado.
Cuesta emprender la marcha de nuevo y alejarse de este rincón mágico. Subimos una pequeña cuesta hasta un paso de ganado y descendemos por un “caleyón” entre cuadras y casas, hasta que un giro a la izquierda nos conduce a los últimos paneles del recorrido: el del “Camino del Pozón” y “El Picu Castiellu”. Llegamos al barrio de “La Prida” donde finaliza la senda natural. Pasamos junto al “Lavaderu Covielles”, con su fuente y bebedero, coronados por la escultura de una mujer con un barcal de ropa sobre la cabeza. Frente a la iglesia del pueblo, encontramos el undécimo panel de la jornada: un collage de fotos de los habitantes de San Roque del Acebal. Esto nos recuerda que todo viaje, al igual que la vida misma, es una suma de historias compartidas.
Cómo llegar y recomendaciones:
- Acceso: San Roque del Acebal está a pocos kilómetros de Llanes. Desde la autopista A-8, se debe tomar la salida hacia Andrín/San Roque. El pueblo dispone de áreas para aparcar.
- Aparcamiento: podemos dejar el coche en el área de la estación de servicio de la localidad.
- Recomendaciones:
- Llevar calzado cómodo y resistente al agua.
- Provisión de agua y algo de comida ligera, ya que no hay restaurantes a lo largo del camino.
- Linterna si se desea explorar las cuevas, pero con cuidado de no perturbar el entorno natural.
- Características técnicas:
- Longitud: 12 km.
- Desnivel: Prácticamente nulo.
- Duración: 3-4 horas dependiendo del ritmo y las paradas.
- Dificultad: Fácil, apto para familias con niños y mascotas.
Texto: © Ramón Molleda para asturias.com
